13. Cuestión de hermanos

Publicado el 31 de marzo, 2011

Despertaron exactamente en el mismo lugar de la ilusión, las camillas en la clínica de Luis. Esta vez, la real.

“Traté de dialogar con ustedes” – dijo Luis, quien se levantó de la silla, justo en medio de sus hermanos. Una vez despierta, Laura podría darle una descarga real, por lo que Luis se apresuró a soltarlos  – “Pero no quisieron oírme ni aceptar mi propuesta. Por eso los tenía en una ilusión para protegerme a mí mismo; por eso mismo los tengo atados. En caso que no quieran participar en esto, pues… simplemente los tendré que obligar”

“¿No fue real?” – preguntó Álvaro, aún confundido y aún con los ojos vendados.

“No, hermano. Pero esto sí, esto y lo que sucederá de ahora en adelante” – respondió Luis. La ira se apagó en Álvaro y una preocupación tomó su lugar. Sólo podía pensar en Gaby. Pensaba que quizá todo este tiempo, su pesadilla de perderla, era consecuencia de estas conexiones que había tenido con su hermano. Quizá, eran alguna especie de premoniciones de lo que iba a ocurrir, de lo que estaba ocurriendo. No podía hacer nada ya, incluso intentaba mover con su mente la venda que lo cegaba pero era inútil. Buscaba a Gaby pero no podía averiguar exactamente dónde estaba, sólo sabía que cerca, en algún lugar de las casa.

“¿Qué te da el derecho…?” – preguntó Laura ya con una voz temblorosa y un nudo que poco a poco iba creciendo en su garganta.

“Nada me lo da. Lo sé. Me gustaría bromear sobre que soy el hermano mayor y tomo la decisión pero… no… no creo que sea buena idea… por el momento” – respondió Luis. Quien se acercó al escritorio y se dejó caer en la silla – “Supongo que cada quien vivió de forma diferente y tuvo un punto de vista diferente con respecto a su habilidad. Por mi parte, siempre quise sacarle provecho y me tomó casi treinta años conseguirlo. Dentro de lo poco que recuerdo de mi padre, de nuestro padre, era cómo le contaba a mamá sobre la forma en que la S.R.F.A. se deshacía de los que la traicionaban o aquellos que abrían la boca. Eso me reprimió siempre de poder aprovechar mi habilidad.”

“Esa es tu vida… no la nuestra” – dijo Álvaro, sereno, tratando de no perder la lucha. Tenía que encontrar la forma de escapar. ¿Para qué trajo a Gaby de todos modos?  ¿Habrá sido culpa de él mismo por haberse acercado a ella, por estar con ella el día justo en el que su hermano lo iba a secuestrar?

“Sé que es mi vida. Sé que ustedes tienen la suya. Por momentos dudaba de hacer esto pero, aquí estamos ya. Mañana mismo, a primera hora estaremos partiendo a nuestro destino. Espero que estando allá, puedan ver que en realidad será una buena vida, una nueva y buena vida para cada uno de nosotros.” Mientras oía esto, Álvaro notó que Gaby se comenzó a mover. Podía sentir que se movía de donde estuviera. Esto le dio un poco de esperanza, no por el hecho que ella lo rescataría sino porque al menos ella podría escapar.

“¿Por qué los tres? ¿Por qué no sólo te fuiste vos?” – preguntó Laura a Luis.

“Quizá en el fondo, muy en el fondo, tenía intenciones de contarles la verdad sobre nuestras habilidades. NUESTRA VERDAD. Luego, por un momento tuve la idea de que podríamos hacer esto juntos, pero siendo realistas, eso no iba a suceder. Los llevo conmigo para poder brindar más apoyo a las investigaciones que hagan, podremos ser más grandes si les damos más de lo nuestro. Si fuera sólo yo, a lo mejor no fuera suficiente para descubrir o desarrollar algo. Quizá conmigo sólo podrían reproducir mis mismos poderes o no sé… la verdad no sé nada, simplemente sé que mientras más vayamos, mejor.”

“¿Y los demás? ¿Los demás soldados participantes del experimento y sus descendientes? ¿Por qué no fuiste a secuestrarlos a ellos?” – preguntó Álvaro, quien entró en un poco de confusión, no sabía si alegrarse o preocuparse más. Gaby no estaba sola. Alguien la había ayudado a moverse de donde estaba y se dirigían hacia él.

“Pasé muchos líos sólo para averiguar lo que sé del experimento. Me hubiera resultado incluso más difícil averiguar nombres, direcciones o lo que fuere de los demás participantes. Además, no sé cuáles son sus habilidades, podría resultar demasiado arriesgado. Y ya les dije, por un momento me pasó la idea de hacer esto como hermanos. No tienen de qué preocuparse, no es nada malo. No nos matarán ni nos tendrán como presos en alguna celda sin comida o alguna situación peor. Estaremos en laboratorios, nos atenderán bien. ¿De qué se preocupan?”

“¿Qué harás con Gaby?” – preguntó Álvaro e instantáneamente se arrepintió. Quizá al preguntarle sobre ella, iría a buscarla y ella no lograría escapar. Aunque no sabía si siquiera estaba por escapar. No sabía con quién estaba. Pero sí sabía que se acercaban.

“No le haré nada. Nos acompañará si es lo que querés y si es lo que ella quiere. Hubiera hecho lo mismo por vos, Laura, pero hasta donde investigué no tenés a alguien así en tu vida”

Luis fue interrumpido por un ruido proveniente del pasillo de afuera del cuarto donde estaban. Era de noche y además, Luis vivía y trabajaba solo. Luis abrió la gaveta principal del escritorio y tomó el arma, se paró mientras quitaba el seguro del arma. Al mismo tiempo, la puerta se abrió de un golpe, un estruendoso golpe. Laura, quien estaba perdida en sus pensamientos dio un pequeño salto ahí mismo en la camilla. Álvaro quería poder ver lo que estaba ocurriendo pero sólo podía preocuparse más… por Gaby. Luis apuntó hacia la puerta donde, como en cámara lenta, caía la bota negra y pesada que la derribó. Al momento que la bota tocó el suelo, Luis disparó, esta vez era un arma de fuego. El sujeto que acababa de botar la puerta sólo recibió un pequeño, un diminuto empujón. El chaleco antibalas junto al casco y todo el equipo que vestía lo protegerían de armas mucho más grandes que la pistola de Luis.

Luis escuchó que el tipo frente a él dijo algo pero el pánico y la adrenalina le impidieron entender qué. Disparó una o dos veces más por inercia mientras entraban otros dos sujetos, uno a cada lado del que recibía los balazos. Los tres sujetos en la puerta portaban el mismo equipo, era un uniforme. El de en medio le disparó en la pierna derecha a Luis, quien al perder el equilibrio, trató de apoyar sobre la librera atrás de él, pero terminó cayendo al suelo junto con unos cuantos libros que pasó botando con su brazo.

Otro de los uniformados le disparó al brazo un dardo. Luis quedó inconsciente a los pocos segundos.

Tags: Desenlace, Escritos, Ficción, Novela Corta

© Roberto Martínez, 2011