12. Sólo una propuesta

Publicado el 20 de marzo, 2011

Gracias al maravilloso internet como medio de comunicación…– Dijo Luis, mientras sacaba un arma de la gaveta principal de su escritorio – “…pude contactar a Laura. A vos, Álvaro, no sé cómo te encontré. Creería, por muy fantástico que suene, que hay alguna clase de conexión mental entre nosotros.” – Para Álvaro, como para sus hermanos, nada le resultaba fantástico ni extraordinario. Ninguna habilidad ni poder mental o de cualquier otro tipo – “Ha bastado con enfocarme en la idea de mi hermano, visualizarte sin necesidad de tener una idea clara de cuál es tu aspecto o el lugar donde estés. Simplemente te he podido encontrar. A cambio, he tenido cierto efectos secundarios como una enorme jaqueca o un mareo pasajero…” – Álvaro entendió entonces lo que le pasó el día anterior, la ingravidez, como algunos le llaman. Recordaba que lo había sentido desde hace unos días pero fue hasta ayer que se dio cuenta que era la misma sensación que sentía de niño, hasta ayer que fue lo suficientemente fuerte para recordarlo. Luis, con el arma en su mano derecha, se levantó del escritorio y se dirigió a las camillas donde yacían sus hermanos – “Y así es como estamos aquí. Ahora bien, ¿Por qué están aquí? Es para hacerles una propuesta…” – Luis quitó la venda de los ojos de Álvaro y lo miró fijamente a los ojos, de hombre a hombre, de hermano a hermano. Álvaro, desde la camilla donde estaba, encontró un par de ojos casi idénticos a los suyos, ambos los habían heredado de su madre – “Debo insistir que todo esto fue posible gracias al maravilloso internet. En varios países, y no piensen en cuentos hollywoodenses como Iraq, Irán o similares, nuestras habilidades o poderes valen mucho. Podemos ser personas muy importantes en estos países sin necesidad de participar directamente en sus luchas. No importa si compartimos sus ideas o compartimos las de sus enemigos, sólo tenemos que participar en experimentos, brindar un poco de lo que tenemos para sus soldados. Que la idea que tuvieron los entre comillas, culpables, de nuestros poderes se expanda. No digo que para honrarlos o si quiera por estar agradecidos por esto que tenemos, sino más bien para sacarle provecho. No tenemos que ir lejos, aquí mismo en América podemos hacer negocios, GRANDES negocios”

Laura miraba el cielo falso mientras escuchaba lo que decía Luis. No quería ser parte de esto. No sólo porque tenía aquí su vida entera, sino porque toda la información que le acababan de introducir en su mente era como un cubetazo de agua fría y además, porque no quería participar en guerras de nadie. Simplemente era absurdo dejar una vida entera atrás. Ni por todo el dinero del mundo abandonaría la vida que tanto le había costado construir, especialmente por ser prácticamente una huérfana. Si tan sólo tuviera libre sus manos, le daría a Luis la descarga eléctrica más fuerte que hubiera dado en toda su vida. Pero ella sabía que Luis había sido lo suficientemente astuto para atarla y mantener su distancia.

“Me parece una gran idea” – Dijo Álvaro. Luisa quitó su mirada del cielo falso y con gran asombro miró a Álvaro. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. ¿Estaba sola? – “Sólo quiero, aclarar un par de cosas que me inquietan,” – continuó, dando una sonrisa un poco apenada – “por ejemplo, ¿Dónde está Gabriela, mi novia? Y bueno, je je, quisiera tener más detalle sobre los beneficios que tendríamos y el lugar donde iríamos”

“Gaby, está bien“– Luis fue interrumpido cuando el arma que cargaba en su mano derecha, saltó bruscamente de su mano y quedó justo a un metro frente a él, apuntándole.

“Se llama Gabriela” – dijo Álvaro con una enorme ira entre cada palabra. Ira que se había estado conteniendo desde que despertó en esa camilla. Ira que creció al verle la cara al imbécil que los había llevado ahí, fuera quien fuere. La misma ira que se hizo gigantesca cuando Luis explicó por qué estaban ahí; ira que finalmente explotó cuando ese imbécil llamó Gaby a su novia. Las cinchas de la camilla de Luisa se soltaron, aparentemente por sí solas. Luego, las de Álvaro, quien tomó entre sus manos el arma que hacía levitar con su mente. Álvaro, entonces reaccionó, apuntó a Luisa e iba a preguntarle que de qué lado estaba y cuál era su poder pero ambas respuestas llegaron cuando con un golpe en el estómago, Laura dejó ir una descarga eléctrica tan intensa que se pudieron apreciar algunas chispas al momento del impacto. No era la descarga que Laura había pensado pero era lo suficiente para desahogarse.

“Espero que tu plan era escapar” – dijo Laura mientras revisaba su mano. Nunca había hecho tal cosa y no estaba segura si había sufrido alguna especie de quemadura o algo por el impacto, la descarga y las chispas.

“Sí. Sólo tengo un par de dudas que de verdad me incomodan” – respondió Álvaro con una sonrisa, esta vez no estaba fingiéndola – “¿Cuál es el poder de él? Porque me preocupa lo que pueda hacer”.

“No te preocupés.” – Dijo Laura mientras señalaba con el mentón a Luis, quien aún estaba aturdido en el suelo – “Puede crear como ilusiones en la mente pero hasta donde sé, necesita estar en contacto físico con la víctima”

“Creo que estamos bien entonces. Ahora, necesito buscar a mi novia, sé que está aquí en algún lugar, puedo sentirla”. Laura no comprendió las palabras de Álvaro pero no importaba. Lo importante ahora era huir y hacer algo con respecto al mayor de sus hermanos.

“Suficiente” – dijo Luis, quien se levantó como si nada del suelo.

Un instante después, el arma desapareció de la mano de Álvaro. Toda la habitación se comenzó a esfumar y los tres aparecieron en un cuarto oscuro con sólo una luz en el centro iluminando un poco. Álvaro no sabía lo que estaba pasando pero Laura sí porque experimentó lo mismo el día anterior, en las mesas que están en la entrada de Galerías Escalón.

Tags: Escritos, Ficción, Novela Corta

© Roberto Martínez, 2011