Sueño al volante

Publicado el 26 de abril, 2018

Con la misma rapidez que sus ojos se cerraban, caía su cabeza. Justo antes de enterrar la barbilla en su pecho, Julio reaccionaba y levantaba el rostro, luego, despegaba sus párpados uno a uno y, con la vista borrosa, miraba alrededor.

Luchaba contra el inusual peso de sus párpados y, a largo plazo, parecía que ellos ganarían. Había pasado quién sabe cuánto tiempo en tráfico y le faltaba quién sabe cuánto más para llegar a su casa y poder dormir de una vez.

Pero Julio desconocía dos pequeños detalles sobre esto: (1) Los fantasmas no duermen y (2), él era uno.
Se convirtió en fantasma desde que se estrelló contra un árbol al quedarse dormido al volante.

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© Roberto Martínez, 2018